La pérdida de apetito en personas mayores es un problema más común de lo que parece y puede tener múltiples causas. A veces se trata de algo temporal, relacionado con el estado emocional o algún tratamiento médico. Otras veces es el reflejo de cambios físicos propios de la edad, como una digestión más lenta, disminución del olfato o alteraciones en el gusto. Sea cual sea el motivo, es fundamental prestar atención y actuar con cuidado, ya que una nutrición deficiente afecta directamente a la salud, la energía y el estado de ánimo.
Causas comunes de la falta de apetito en la tercera edad
Entre las causas más frecuentes se encuentran:
- Cambios fisiológicos: el envejecimiento provoca una reducción en la producción de saliva y jugos gástricos, lo que puede hacer que comer sea menos placentero.
- Medicamentos: algunos tratamientos pueden alterar el gusto, generar náuseas o disminuir el apetito como efecto secundario.
- Emociones: la tristeza, la apatía o la soledad influyen directamente en las ganas de comer.
- Problemas bucales: dentaduras mal ajustadas, dolor al masticar o dificultad para tragar pueden hacer que se evite la comida.
- Enfermedades: tanto físicas como cognitivas (demencia, infecciones, trastornos digestivos) pueden afectar la alimentación.
Detectar la causa permite actuar de forma más eficaz y personalizada.
Cómo recuperar el interés por la comida
En Residencia El Encinar abordamos la pérdida de apetito desde una visión cercana y humana. Algunas de las estrategias que aplicamos y que también pueden ayudar en casa son:
- Hacer de la comida un momento agradable: la presentación, el entorno y la compañía pueden influir más de lo que imaginamos. Comer en un ambiente tranquilo y con personas cercanas estimula el apetito.
- Ofrecer comidas en pequeñas porciones, pero frecuentes: a veces no es cuestión de cantidad, sino de ritmo. Dividir las comidas en 5 o 6 tomas suaves al día puede ser más efectivo que insistir en tres platos grandes.
- Potenciar sabores y aromas: cuando el gusto y el olfato se ven reducidos, usar hierbas aromáticas suaves, caldos sabrosos o platos de la infancia puede reactivar el interés.
- Adaptar la textura: si hay problemas para masticar o tragar, es importante ofrecer alimentos blandos, triturados o fáciles de digerir sin perder variedad.
- Fomentar el vínculo emocional con la comida: recordar recetas familiares, participar en pequeñas tareas de cocina o hablar de comidas favoritas puede reconectar a la persona con sus recuerdos y emociones.
Cómo lo gestionamos en Residencia El Encinar
En Residencia El Encinar, cada residente recibe atención personalizada según sus hábitos, necesidades nutricionales y estado emocional. Nuestro equipo de cocina y profesionales de la salud colabora para crear menús equilibrados, sabrosos y adaptados, y además, observamos cambios de conducta alimentaria desde el primer momento.
Alimentarse bien no sólo es una necesidad, también es una forma de sentirse cuidado y respetado.
Si notas que un ser querido ha perdido el apetito y no sabes cómo ayudarle, en Residencia El Encinar contamos con un equipo preparado para cuidar su alimentación, su bienestar emocional y su salud global.
Contáctanos y descubre cómo trabajamos para que cada persona vuelva a disfrutar del placer de comer… y de vivir.