Dormir bien es esencial en todas las etapas de la vida, pero en la tercera edad, un descanso adecuado cobra un papel especialmente importante. El sueño no solo ayuda a recuperar energía, sino que también influye directamente en la salud física, emocional y cognitiva de las personas mayores. Sin embargo, con el envejecimiento, es común que aparezcan alteraciones del sueño, como insomnio, despertares frecuentes o somnolencia diurna.
Entender por qué ocurre esto y cómo mejorar la calidad del sueño es clave para el bienestar diario de nuestros mayores.
Cambios en el sueño en personas mayores
A medida que se envejece, el cuerpo experimenta cambios naturales en el ritmo circadiano, lo que significa que muchas personas tienden a dormirse antes por la noche y despertarse más temprano por la mañana. Además, pueden disminuir las fases de sueño profundo, haciendo que el descanso no sea tan reparador como antes. También es frecuente que las personas mayores se despierten varias veces durante la noche, ya sea por necesidad de ir al baño, molestias físicas o ansiedad.
Estos cambios no siempre significan un trastorno, pero si afectan al estado de ánimo, la energía o la salud general, deben abordarse con atención.
Consecuencias de dormir mal en la tercera edad
Dormir mal afecta directamente a la memoria, la concentración y el estado de ánimo. En personas mayores, puede incrementar el riesgo de caídas, debilitar el sistema inmunológico y agravar enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes. Además, el insomnio prolongado puede desencadenar o empeorar cuadros de ansiedad y depresión.
Promover hábitos de sueño saludables es una prioridad en los cuidados geriátricos.
Cómo mantener una rutina de sueño saludable
Tener un horario fijo para acostarse y despertarse ayuda al cuerpo a mantener un ritmo regular. Es importante evitar las siestas largas durante el día, ya que pueden dificultar el sueño nocturno. Una cena ligera, al menos dos horas antes de dormir, también favorece un descanso más profundo.
Crear un ambiente tranquilo, con buena ventilación, temperatura agradable y poca luz, ayuda a preparar el cuerpo para el descanso. Actividades relajantes como la lectura, la escucha de música suave o técnicas de respiración antes de dormir pueden ser muy beneficiosas. También es recomendable evitar el uso de pantallas o conversaciones intensas en la hora previa al descanso.
En caso de problemas persistentes para dormir en la tercera edad, es fundamental consultar con el médico para valorar si existe alguna causa médica o necesidad de ajustar la medicación.
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